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domingo, 13 de noviembre de 2011

Relato parte 3

La asesina respiró intranquila, nunca le pareció agradable tener a alguien que la apuntara con una pistola justo delante de ella. Pensó rápido, debía encontrar la forma de salir de aquel embrollo en el que se había metido. Probablemente, pensó, no se atrevería a disparar.
─Lamentablemente lo hice─ se cruzó de brazos─. ¿Pero, qué más da? Tan solo era otro borracho-violador más de este barrio. Pronto alguien ocupará su puesto.
Elías agachó la cabeza y  cerró los ojos, dejando escapar lágrimas que se deslizaban por sus oscurecidas mejillas.
─Pues resulta─ habló sin mirarla─ que ese <borracho─violador>, era mi hermano.
Intentó mantener la cordura y la expresión de indiferencia, pese a que esa noticia se le había clavado bien hondo, como un cuchillo. Si hubiera sabido ese pequeño detalle seguramente no lo habría matado y de haberlo hecho, no habría hablado de ese modo después. Se maldijo a sí misma por haberlo hecho.
Elías se levantó del todo, dejando el cuerpo inerte de Tom en el suelo y le dedicó una de las miradas más llenas de odio y dolor que jamás le habían dedicado, que no eran precisamente pocas teniendo en cuenta que la mayoría de las veces se dedicaba a matar gente. Ella intentó mantenerse serena, manteniendo una mirada fría, sin miedo.
─Y tú─ escupió con desprecio─ Lo has matado.
Ahora ya estaba casi segura de que Elías sería capaz de matarla, lo sabía. Debía construir un plan en los escasos minutos de vida que le podía quedar.
─Te mataré. Lo vengaré. Sean cuales sean mis consecuencias. Lamentarás haber matado a uno de los hermanos Wells.
Ella, que estaba retrocediendo lentamente para atrapar una botella de vino  a medio consumir, paró en seco. Pero no porque dijo que  fuera a matarla, eso era lo de menos.
─ ¿Consecuencias? ¿Qué consecuencias?
Elías se mordió el labio inferior y agachó un poco la cabeza.
─Te mataré. Eso es lo importante─ fingió no escucharla.
La asesina suspiró, odiaba que alguien la ignorase.
─¿Qué consecuencias? ─repitió ella─ Elías─ pronuncio con suavidad.
Frunció el ceño y apartó la vista.
─Podrían meterme en la cárcel por asesinato.
Disparó. Fue un disparo silencioso, ya que el arma llevaba puesto el silenciador.
La asesina se apartó tirándose hacía un lado con brusquedad. Sus collares tintineaban.
Rodó en el suelo y cogió la botella. Elías volvió a disparar y ella se arrastró en el suelo  para evitar ser herida. 
─Estúpida perra─ bramó Elías.
Ella rió para sus adentros. Él comenzó a disparar cada vez más rápido.
 Con ayuda de una mano se levantó e hizo una pirueta para llegar hasta un contenedor junto a la esquina de otro pequeño callejón y poder resguardarse detrás de él.
Elías disparó un par de veces más contra este, pero paró para recargar balas.
─Sé que estás ahí. Te he visto esconderte. Sal y deja de hacer el ridículo.
No obtuvo contestación.
Rió.
─Está bien, como quieras─ siguió diendo él mientras caminaba airoso hasta la esquina del contenedor donde se suponía que estaba la joven asesina. Apretó el percusor y comenzó a levantar la pistola.
Se asomó y sin pensárselo dos segundos, disparó, imprudente.  Pero no disparó a nadie, solo a la pared, en la que el yeso se hundió hacía dentro.
─ ¡¿Pero qué..?! ─ exclamó mientras veía un pequeño largo y oscuro callejón junto al contenedor, en el que antes no había reparado.
Bajó la pistola inconscientemente y comenzó a adentrarse en él. Apestaba a putrefacción, orina, cerveza y colillas. No se veía nada, no había luz, solo podían distinguirse algunos pedacitos de cristal en el suelo porque brillaban levemente. Dio unos pasos más al frente, intentando acostumbrarse a la oscuridad.
Algo lo golpeo por la espalda, en la cabeza, pillándolo por sorpresa. Calló al suelo rodeado de diminutos cristales verdes que parecían formar una cascada al precipitarse contra el suelo, y se manchó de vino. Notaba como la sangre fluía por un tajo de la nuca, como por culpa del vino le escocía. Se quedó sin respiración unos momentos por la caída.
Fue a estirar el brazo para alcanzar la pistola, pero alguien le pisó  la muñeca con dolorosa fuerza y  notó como sus huesos crujían. Era la asesina.
Ella emitió un sonido de satisfacción, y se agachó para coger la pistola. Elías trató de levantarse y correr, pero el dolor proveniente de la nuca lo estaba torturando y lo dejaba inmóvil. La chica había roto una botella de vino en su cabeza.
Ella se agachó un poco para hablar cara a cara. Él intento moverse pero ella le colocó la pistola en la garganta.
─ ¿Te duele? ─ preguntó con malicia y sorna mezcladas.
Elías no respondió con palabras, solo con un gemido de dolor.
─Ya veo─ se levantó sin dejar de apuntarle y rebuscó algo es su bolsillo─. Yo podría ayudarte. Solo necesito que me digas cuales serán esas terribles consecuencias, las verdaderas, y yo calmaré tu dolor─ dijo mientras le enseñaba el teléfono móvil con el número de urgencias marcado. Ella sabía que detrás de la palabra ‘consecuencias’, se ocultaba algo mucho peor que la cárcel.
Elías la miró con lágrimas de dolor en sus ojos.
─No hay ninguna otra consecuencia…. de verdad─ respondió medio jadeando.
Ella suspiró cansada.
─Respuesta incorrecta. Sabes perfectamente que podrías matarme y huir. Nadie repararía en mí hasta pasado un tiempo, cuando empezara a oler y todo se llenara de ratas. Y ni aun así se atreverían a llamar a la pasma. No sería el primer cadáver que apareciese en este barrio donde las peleas son comunes. Sabes que no irías a la cárcel. ─ cerró el móvil y lo guardo en bolsillo, Elías gimió de impotencia.
Él cerró los ojos. La sangre se escurría por su nuca y cuello hasta llegar al suelo, hasta su boca y llenarla de un sabor dulzón y repugnante a la vez.
─Ayúdame─ suplicó.
─Tuviste tu oportunidad. La desaprovechaste, es tú culpa. De todos modos lo descubriré tarde o temprano─ Habló mientras se colocaba de pie  con el cuerpo ente se sus dos piernas y le apuntaba.
─ Yo no sé nada… ─jadeó─ Ellos solo querían que te mantuviera a salvo, me pagaron para eso. Lo juro, ¡Lo juro!
─ ¿Quiénes?
─ No lo sé, de veras. Vinieron hasta mí y me pagaron.  Nada más─ su respiración se entrecortaba.
Ella sonrió, ya tenía la información  que quería.
─ ¿Sabes? Puede que meterse con uno de los hermanos Wells sea fatal, pero si intentas engañar o matar a Yary Speit, lo primero que puedas desear será la muerte. Y a ti te voy a conceder ese privilegió ─dijo con  maldad e indiferencia mezclada en su voz─ Nos veremos en el infierno.
Y disparó.  La sangre se incrementó por momentos, dejó de escucharse la fa fuerte respiración y los gemidos de dolor. Solo silencio, perturbador silencio.
Se dirigió al cuerpo de Tom y lo empujó con las piernas a base de patadas hasta el callejón donde estaba Elías. Se limpió las manos con la camisa de uno de los dos y guardó la pistola en la bota.
Había acabado con casi una familia el mismo día. Aquella pequeña pelea solo había resultado un juego para ella, una forma de entretenimiento un tanto peligrosa, ya que cometiendo un solo error podría no volver a hablar y respirar. Morir. Aunque ya había dejado de temer a la muerte, se había burlado de ella incontables veces.
Lo que Yary no sabía era que desde la oscuridad de una ventana, unos ojos cubiertos por greñas rubias la observaban con detenimiento. 

8 comentarios:

  1. *WW* dios que intriga! quien estara observando?? chan chan chan ajaja sigue asi!! ;)

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  2. Oggh, adoro a Yary, qué puedo decir? Es tan... se parece a Alec (mayor halago proveniente de mí)

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  3. *O* Me encanta, como siempre, es algo que no va a cambiar nunca :]
    Pues eso, sigue así!!
    Creo, CREO, que se quien puede ser el rubio... :p

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  4. ¡ME ENCANTA! JUJUJU
    Ese instinto asesino, esa frialdad de matar, hace que me provoquen escalofríos.
    ¡SIGUE ASÍ! ¡Quiero pronto el próximo capitulo!
    ¡Besos!

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  5. Ese tío de greñas rubias... ¡¿ES KURT COBAIN?!
    .....................................
    Espero que sí xD)

    La verdad es que me da un poco de miedito pero, quiero más sangre. *-*
    Y me encanta como lo describes todo, hace que parezca que estoy ahí, en otra ventana...

    Sondra
    (Laura)

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  6. Me encanta! es tan cruda la historia, tan vil y retorcida, sin un solo remordimiento, sin ningún tipo de escrupulo. Escribes de miedo de verdad>; consigues de una forma muy singular meter al lector en el realto. Tienes un don para este tipo de relatos, por que realmente parece que esten sucediendo en el instante en que lo estas leyendo.
    Sigue protno y ánimo.

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  7. Tanta tensión me afecta. La gente empieza a preguntarme si duermo o no. ¿Cómo pretenden que duerma leyendo estas cosas? Desde luego, tienes talento :)

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