El hombre asintió con la cabeza un poco y se metió el cigarro en la boca. Empezó a rebuscar algo en su bolsillo. Ella sonrió y se acercó al hombre. De cerca parecía incluso parecía más arrugado y fatigado.
Él sacó un viejo mechero de color rojo desgastado y con el dibujo de una mujer medio borrado. Encendió el cigarro de la chica, la cual le dio una calada y expulsó el humo. Ella no fumaba, pero sabía que en un negocio como el suyo solo sobrevivían los más fuertes y detallistas, y por ello se exigía casi la perfección en cada uno de sus ‘trabajos’. Cuidaba cada detalle al máximo para poder llegar a ser creíble, estudiaba cada tipo de personalidad al dedillo. Era, en cierto modo, un tipo de arte que pasaba desapercibido. El arte del asesino.
Hizo todo lo posible para evitar toser, incluso había fumado dos cigarros más en su casa, todo en contra de su voluntad. Al menos, se decía, lo que sacaran con el robo sería lo suficiente como para perdonar a Dereck por haberla impulsado a hacerlo.
El hombre parecía inhalar el humo que la joven expulsaba con gusto, como si el mismo salido de su boca no tuviera el mismo olor.
―No te he visto nunca por aquí ― dijo mientras se metía una mano en los bolsillos― ¿Recién mudada?
Se encogió de hombros mientras daba otra calada.
―Podría decirse.
Él giró la cabeza hacía los edificios abandonados.
―No has elegido el barrio más alegre, ni el más legal ― opinó en un ademán de ser amable.
―Es justo lo que buscaba.
El hombre la observó con atención y se sacó el cigarro de la boca.
― ¿Consumes… ya sabes, malas sustancias? ― preguntó con suavidad, por si se equivocaba. No quería que ella se enfadara por confundirla con una drogadicta.
La chica expulsó más humo por la boca y se miró los zapatos.
―No regularmente, pero sí. Últimamente mi vida es un caos difícil de sobrellevar―confesó― Ya sabes, un despido, un desahucio, problemas familiares y amorosos.
―El paquete completo vaya.
―Eso me temo.
Se hizo un silencio no precisamente incómodo, que solo la joven se atrevió a romper.
― ¿Hay alguien aquí que pueda darme lo que quiero? Algo que no sean cigarrillos.
El hombre se quedó pensativo y se rascó la cabeza.
―Sí, sí que lo hay. Pero no estoy seguro de que te venda algo.
― ¿Y eso?
―Es un hombre un tanto caprichoso, puede que te pida favores muy poco decentes a cambio. Le gustan las mujeres como tú.
La farola del callejón donde había estado ella antes se fundió de repente, y se escuchó un ruido de cristal rompiéndose. Se explotó la bombilla.
― Podemos probar― dijo con cierto punto sensual, ignorando por completo el incidente.
Él, que estaba distraído mirando la farola giró de repente la cabeza hacía ella sorprendido, observando con detalle esos ojos plateados que tanto destacaban.
―Podría ser peligroso para una jovencita como tú.
―Sabré defenderme.
Bufó y se llevó las manos a la cintura.
―Sígueme― respondió con algo de resentimiento salpicado en la voz.
Se giró y caminó rápidamente por la acera, tan rápido que casi parecía correr. Ella lo seguía intentando mantener su paso.
El barrio iba empeorando por momentos. El hedor a droga lo inundaba todo, girando alrededor de ella, revolviendo sus entrañas. Se atusó el flequillo y aprovechando que el hombre no la miraba tiró lo que quedaba de cigarro a un charco del suelo. No soportaba más sentir que su garganta ardía cuando el humo la atravesaba.
Se podía ver a gente fumar, beber o drogarse en el interior de los callejos casi sumidos en la total oscuridad. Muchos siquiera sobrepasarían los 16 años. También había mujeres ofreciendo sus encantos, a cambio de dinero.
Algunos de ellos silbaban cuando los dos pasaban, diciendo cosas realmente desagradables, que el carácter de ella no toleraba y hacía que la mayoría de las veces les sacara el dedo del medio. Si ellos supieran que se estaban metiendo con una verdadera asesina, estaba segura, se callarían. Al menos los inteligentes, si es que habías de esos. No tardaron en venir a su cabeza diferentes maneras de matarlos, pero se obligó a hacer desaparecer aquellas ideas descabelladas para concentrase en lo que tenía que hacer. Que, estaba segura, era más importante que acabar con un par de drogadictos.
El hombre, que pudo deducir por que los otros lo conocían y llamaban, se llamaba Elías siguió caminando por la acera hasta que se adentró en un callejón. La chica rezó por que estuviera vacío. Pero no fue así. Un par de hombres estaban apoyados en la pared con un cigarro en una mano y una botella de ron en el otro.
─ ¿Tenemos que pasar por ahí?
─Sí ─asintió─. Tan solo tenemos que cruzar el callejón y seguir por la derecha. Ahí hay una casa con una vieja placa donde pone ‘Clínica Hoffman’. Es ahí.
Suspiró y se recolocó bien los anillos. Aquella noche eran su única arma. Sus formas afiladas eran tan eficaces como cuchillos.
─Elías, no me habías dicho que conocías a una chica tan─ dijo uno que tenía largos cabellos marrones que le llegaban hasta los hombros y una cicatriz en la mejilla ─ atractiva ─ se levantó y acercó mucho a ella.
─Tom, déjala. Ella no es como las otras chicas de por aquí─ indicó Elías.
Tom se inclinó hacia la joven y la empujó, haciendo que chocara contra la pared.
─Todas empiezan diciendo lo mismo, pero luego… ─ rió descaradamente, mientras le acariciaba el pelo. Ella intento apartarse pero este no le dejó. Podía sentir su aliento con olor a ron en su cuello.
Elías se acercó para apartarlo. Pero este lo empujó. Los otros dos hombres tirados en el suelo, borrachos, rieron.
─Vamos, ¿no me digas que tu no la quieres? Sé que llevas deseándola desde hace rato.-Lo miró─ Te gustan las chicas de ojos bonitos.
Y se volvió a inclinar sobre ella, casi rozando su cuello con los labios. La atrajo hacía él con brusquedad
─Déjame en paz, apártate─ le susurró la asesina de mala manera.
Rió.
─Vamos, bonita, si lo estás deseando─ Y apoyó los labios en su cuello
Eso era justo lo que ella estaba esperando pacientemente. Al menos tendría una excusa para justificar lo que estaba a punto de hacer.
Golpeó con el puño su cuello, clavando sus afilados anillos en él.
La sangre nació de su garganta, escurriéndose por la mano de ella y por la piel de él. Se agarró el cuello mientras un grito ahogado surgía de su boca. Y caía al suelo, en posición fetal, manchándolo de rojo. Jadeando.
─Te lo dije. Te dije que te apartaras ─ le dijo ella con desprecio.
Elías tiro el cigarro al suelo y corrió hacía su amigo. Miraba como moría lentamente entre jadeos y gemidos, sin poder hacer nada por ayudarle. Los otros estaban demasiado borrachos como para darse cuenta de lo que estaba pasando.
─Tom, Tom─ gritó desesperado.
El herido cerró los ojos y dejó de respirar. Muerto
La asesina miraba la escena sin ningún tipo de sentimiento, como si aquella situación fuera tan repetitiva en su vida, que verla una vez más tan solo era una pérdida de tiempo. Se giró dando la espalda al fallecido y su amigo mientras se limpiaba los anillos y las manos con un paño, concentrada en no dejar manchas, la sangre en ocasiones podía ser muy difícil de quitar.
Tan solo un ruido consiguió que girara la cabeza. El ruido de alguien apretando el percusor de una pistola.
Elías la apuntaba, con doloroso odio en su mirada.
─No debiste hacer eso.
Genial, como siempre!
ResponderEliminarfikjbsfvbsdkfhvsdhvflsdhvfksdvfksjdvfksdvfksd
ResponderEliminarmaldita seas 1OO veces por escribir tan bien e_e
MUERTE Y SANGRE Y ASESINATOS! JAJAJAJAJAJAJAJA Parezco una pirada xDDDDD Pero bueno, es que amo a la Yary asesina e_e
Besos *-*
¡MAMMAAAAA MIAAAA!
ResponderEliminarQuiero el siguiente ya *¬* ¡ME ENCANTA!
Me gusta ese carácter duro, frió de la chica...
¡ Avísame cuando subas otro! Y si no subes... ¬¬ moriré de un infarto y TÚ te sentirá culpable por ello. ¡Besos!
PD:¡Tienes una lectora más!
SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII, en toda la yugular, jojojojojo *vena sádica* Sufreeeeee
ResponderEliminarQue agco tío, solo muy borracha te lo tiras (eso explica que viva en el barrio). Quiero ver a qué ha ido hasta allí (es obvio que super Yary saldrá airoso de Elias). Lo que me desencaja un poquillo es que Eli haya sido tan "considerado y amable" con Yary (eso de "ella no es de esas" o que la lleve sin intentar beneficiarsela antes... ¿Se habrá prendado de ella?)
O.O Lo estaba leyendo con una tensión en el cuero que no te quiero ni contar! Aunque sabía que ella es la más fuerte y que jamás lograrían tocarle un pelo. Es taaaaaaaaaan genial! *w* sigue asi por favor!!
ResponderEliminarVaya, me encanta!! ^^
ResponderEliminarLos primeros párrafos se salen, SE SALEN.
La nueva Yary es lo más, tu forma de perfilar los personajes es de lo mejor que se ve por aquí y cuando leo tus entradas (y esto te lo juro) parece que esté leyendo un best-seller.
Un abrazo,
Sondra (Laura).
Hola,precioas letras van desnudando lentamente la suplicante belleza de este blog, si te va la palabra elegida, la poesía te invito al mio,será un placer,es,
ResponderEliminarhttp://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
gracias, buen día, besos reales...
me encanto i espero ke subas pronto:)
ResponderEliminarPor fin pude pasarme a leerte, de verdad, da verguenza hacerlo tan tarde -.- XD
ResponderEliminarY me encanta esta Yary asesina en serio, mola tela *-* Aparte eso de matar al vagabundo cochanbroso ese de esa manera, aleh, por no hacer caso de las advertencias. Quiero leer la siguiente parte muuy pornto (ya) xDDD
:O Me encanta! Qué relato tan... sensual y sangriento :D Ciertamente, nunca había leído nada parecido. Pero vas a conseguir que pierda la cabeza por otra historia >:) Suerte que ha terminado el instituto y empiezan las vacaciones, que si no suspendería continuamente con tanta emoción.
ResponderEliminarPD: A por el siguiente, a modo móvil debajo de la sábana para que mi madre crea que estoy durmiendo :)