Traductor! Igual no traduce demasiado bien XD

Website Translation Widget
Aviso : ESTE BLOG SE HA TRASLADADO A http://tee-reflejos.blogspot.com.es/

domingo, 18 de diciembre de 2011

Relato parte 7

/nota: Siento el retraso, la navidad....../


Daan soltó una palabrota mientras impactaban contra el suelo. A ella las tejas sueltas le rozaron el vientre desnudo y le hicieron pequeños arañazos. Rodaron hasta atrás de una tejavana que los resguardaba. Notó como parte del cuerpo de él la aplastaba, aunque eso solo duró un par de segundos ya que el chico se reincorporó y tomó la navaja en las manos. Ella levantó un poco la pistola y disparó un par de veces más al frente, sin saber contra qué impactarían las balas.
─Con esa navaja no conseguirás hacer nada.
Él seguía intentado no aplastarla demasiado. Ignoró su comentario.
─Tenemos que salir de aquí como sea─ siguió diciendo ella.
Él emitió un sonido de resignación.
─Dime algo que no sepa─ respondió mientras le arrebataba la pistola de las manos y se la cambiaba por la navaja ─.Se te dan mejor los cuchillos a ti que a mí.
Ella lo miró un segundo y acto seguido al frente. Aún no se veía a la persona que disparaba contra ellos, según parecía se había alejado al escuchar los disparos de Yary. Miró velozmente a su alrededor, necesitaba algo para salir de allí.
─Distráelo como sea─ ordenó la mercenaria al chico mientras intentaba salir del debajo de su cuerpo.
─ ¿Qué vas a hacer? ─ preguntó con voz seria, intentaba agarrarla pero ella avanzaba rápida a gatas hacia el borde del tejado.
─Sacarnos de aquí─ respondió quizá demasiado áspera.
Yary dedicó una mirada fría a Daan y se descolgó tejado abajo, hasta llegar a un pequeño balcón de piedra con las barandillas oxidadas. Vio la calle abajo, extrañamente desierta, tal vez demasiado. Eso no era normal, teniendo en cuenta la zona en la que estaba. ‘Son realmente idiotas si piensan que voy a caer’, pensó con desdén. Con una patada derrumbó la estropeada puerta de balcón.
Escuchó disparos que provenían del tejado, miró un poco arriba pero solo vio niebla. Se apresuró en entrar en la casa.
Todo en el interior era antiguo y ruinoso, en algunos lugares faltaba suelo y de no andar con cuidado podía caer a la planta inferior. Olía a frío y humedad, se veían motas de polvo volar por la estancia. Se escuchaba silencio.
Apretó fuerte el cuchillo contra ella y se peinó el pelo hacia atrás con una mano para que no le entorpeciese la visión, aunque pasados dos segundos parte del flequillo volvía a cubrirle el ojo derecho. La madera crujía con fuerza, ella frunció el ceño, sentía que el suelo se abriría en cualquier momento dejándola caer y precipitarse contra el suelo y eso le hizo retroceder. Se obligó a si misma a alejar esa sensación de su cuerpo y se irguió. Se agarró el pelo en una coleta alta y caminó con decisión y sigilo. Aún no sabía que es lo que iba a hacer para sacar al rubiales y a ella misma de esa situación entre la vida y la muerte, pero todo iría sobre la marcha, como de costumbre
Aunque la casa tuviese que estar en total, o en casi total penumbra ya que las ventanas estaban cubiertas con troncos de madera, no lo estaba. De alguna parte entraba luz, demasiada.
Continuó caminando casa adentró. Cruzó lo que sería un pasillo y se adentró en una habitación. No encontró forma de salir, solo manchas de humedad en las paredes y mohosos muebles. Suspiró y salió la habitación, debía darse prisa o el chico podría pasarlas canutas. Aunque a ella no le importaba demasiado él, sino la bronca que le caería por parte de Dereck, su jefe. Pero en realidad, eso tampoco la inquietaba.
Notó algo líquido bajo sus pies. Era un pequeño charco de agua. Miró al techo. Por un momento pensó que se trataba de una gotera, pero cambió de opinión cuando se dio cuenta de que había muchos más . Recordó, aquella tarde había llovido. Parecían provenir de otra habitación, en la que también se podía ver un gran charco. El agua de esa sala reflejaba la luz de la luna. Eso solo podía significar una cosa.
Corrió mientras el agua le salpicaba las piernas. Llegó hasta la puerta y se asomó.
— Eureka — exclamó en voz baja al descubrir que en el techo había un agujero que daba a otra parte del tejado.
Arrastró una vieja cómoda plagada de musgo y apoyó sus manos en ella presionando. La madera, que estaba húmeda, se hundió levemente hacía abajo y resonó con lo que parecía un alarido. Suspiró, dudaba de que ese mueble soportara su peso, aunque solo fuera un par de segundos.
De repente escuchó unas pisadas por el pasillo. Pisadas fuertes y decididas que avanzaban velozmente hacia donde estaba ella. Su número de pulsaciones aumento por momentos. Se dispuso a subirse a la cómoda para llegar al tejado, pero al apoyar la mano en una esquina del mueble y levantarla se fijó que se había manchado de un líquido escarlata.
Sangre.
Miró al agua y advirtió que estaba tintada de rojo, algo en lo que no había reparado antes.
Fue entonces, en esos momentos de reflexión cuando el individuo del pasillo apareció. Tenía los ojos ocultos tras unas gafas negras con los cristales rayados. Le faltaba pelo. Marcas de cicatrices en la cara y tez morena, sucia y brillante por el sudor. Tenía la camisa blanca y los pantalones negros de pinza rasgados y con manchas de sangre por todas partes.
Mostró su mano con una pistola negra y la levantó.
—Por fin—jadeaba— Te tengo. Tu cabeza tiene un precio muy alto, aquí en la frontera ¿Sabes?
Ella se cruzó de brazos fingiendo que no le molestaba la pistola que le apuntaba. Mostraba indiferencia.
—Sí, eso me han dicho — ladeó la cabeza un poco hacía un lado— No entiendo el porqué, tan solo soy otra joven problemática más, que se desahoga cortando cabezas— respondió con ironía notable.
El hombre rió. Ella cambió la expresión de repente y lo miró fríamente. El otro calló.
—Aquí han matado antes a alguien, o al menos herido. Cortesía de la casa supongo.
El otro se rascó la cabeza sin dejar de apuntarla.
—Supones bien.
— ¿Venganza?
— ¿Debería? —preguntó el otro.
Ella se encogió de hombros.
—No lo sé, después de todo han matado a Víctor, tu superior.
Él se quitó las gafas, mostró un unos ojos oscuros rodeados de arrugas. Sus comisuras se crisparon.
—Nadie más sabía eso. ¿Fuiste tú?
Ella puso los ojos en blanco.
—No te hagas en tonto. Sabes, sabéis, de sobra que fui yo — Lo dijo con un tono de voz despreocupado, estaba jugando con él como si fuera una marioneta— Todos buscamos lo mismo. Algunos simplemente tienen que salir del juego para dejar paso a otros. Es así como funciona todo —hizo una pausa deliberada— ¿no? —agregó con maldad.
—Zorra— espetó con rabia el otro mientras apretaba el gatillo y disparaba.
Yary se lanzó al suelo y rodó  hasta quedar al frente de él y golpearle con la pierna derecha desde abajo. Los dos se empaparon de agua y sangre. Por el impacto soltó el arma que se perdió por la sala.
Él la golpeo con fuerza en la cara, y ella lo cogió por la camiseta y rodó hasta conseguir colocarse sobre él, e inmovilizarle apretando las rodillas contra su abdomen mientras le asestaba puñetazos en la cara. Comenzó a fluirle sangre desde la mandíbula.
Él la apartó como pudo y agarrándola por el cuello la empotró contra la pared de madera y apretó su cuello. Ella le golpeó con una pierna el vientre y consiguió cortarle la respiración. Aprovechó ese momento para blandir la navaja de Daan y acto seguido abalanzarse contra él, tirarlo al suelo y clavarle el filo en el pecho.
De repente, reinó el silencio.
El agua se tiñó de un color mucho más intenso que antes. Brillante rubí líquido, que fluía por la ropa y se escurría por el pecho de la víctima. Las manos de la asesina, así como el resto del cuerpo, estaban manchadas de lo mismo.
Yary se paso la mano por la frente apartando el flequillo, mojado al igual que el resto de la coleta. Se levantó despacio y miró arriba, la luna se distinguían entre la niebla. Se subió con cautela a la cómoda, la cual se tambaleó de forma peligrosa hacia ambos lados, y llegó al tejado. Respiró una bocanada de aire y se dispuso a buscar una escalera de incendios con la que bajar a la calle u a otro lugar. Algo le decía que más gente la estaba buscando.
Al caminar por el tejado, a la lejanía vio alguien tirado en el suelo. Frunció el ceño con extrañeza y avanzó hacía el cuerpo.
Se trataba de otro hombre con gafas oscuras, esta vez con pelo, con heridas de bala en el vientre. Se arrodilló junto al cuerpo para registrarlo. No llevaba nada, y no tenía balas en la pistola.
Alguien le tocó la espalda.
Ella se giró en el acto dispuesta a pegar un puñetazo al individuo. Se encontró de frente con unos ojos claros, una sonrisa traviesa y despeinadas greñas doradas y onduladas. Daan.
—Bu—exclamó él.
El rubio paró el golpe de la chica con la mano.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Relato Parte 6

El chico asestó varios golpes más a Víctor, empotrándolo contra la pared y suelo. La víctima no se resistía pues el primer golpe le había cortado la respiración y lo único que hacía era tratar de agarrarse a algo con lo que poder apartar a Daan. Ahora, el hombre que parecía un lobo feroz con los ojos oscuros como dos pozas se había convertido en un simple corderito tratando de huir de la muerte.
La chica miraba la escena desde fuera, con una extraña sensación en el cuerpo. Deseaba que el joven rubio se largara de ahí, no quería verlo. No en ese momento. Suplicaba para que él no notara nada y todo volviera a la normalidad; peleándose como perro y gato.
Daan lo levantó del suelo agarrándolo por el cuello y se lo apretó con dolorosa fuerza. El moreno se aferraba con fuerza a la mano del otro, ya con los nudillos blancos. Su rostro estaba lívido.
De pronto Daan saco algo del bolsillo de la cazadora de cuero que llevaba, algo que relució cuando la luz proveniente de la ventana lo acarició. Ella enseguida adivinó de que se trataba; una navaja.
— ¡Déjalo! — gritó ella desde atrás de él.
Él la miró con una mirada maliciosa y con la cabeza ligeramente ladeada.
— ¿Qué pasa? ¿Es qué le has cogido cariño? — espetó con sorna.
Yary recordó en ese momento por qué no lo soportaba.
—Si lo matas, pedazo de imbécil, nunca encontraremos los diamantes — respondió ella acusadora.
Daan sonrió con maldad y unos mechones ondulados le cayeron sobre los ojos. Volvió la cabeza hacía Víctor, quién lo miraba suplicando clemencia.
—Él no tiene nada — finalizó el rubio.
Abrió la navaja y acarició el filo con los labios.
Víctor le propinó una patada, o al menos lo intentó, pero Daan paró su pierna con la mano.
— ¿Cómo que no tiene nada? — pregunté ya bastante nerviosa mientras ponían los brazos en jarras.
Daan la miró de reojo y emitió un sonido parecido al de la risa. Yary reparó que seguía en sujetador y se tapó con las manos y con el pelo un poco el torso.
—Todo es mentira. Los diamantes no están aquí, y él no los tiene.
Clavó la navaja en el vientre del otro. Víctor abrió mucho los ojos y miró abajo. Daan la sacó de sus entrañas y el otro gimió de dolor en respuesta. Cayó lentamente al suelo. Su caída provocó un ruido inquietante, como si de repente en el silencio de una habitación vacía algo sonase. Un hilillo de sangre se escurrió de entre sus labios.
—Vámonos. No tardaran en darse cuenta de que he matado a dos guardias y al jefe.
Ella asintió y se dirigió al despacho del fallecido para recuperar su camiseta y cazadora, pero él la agarró del brazo y la detuvo.
— ¿A dónde vas?
—Tengo que recuperar mi ropa, si no te importa, sigo en sujetador — respondió de mala gana. Él sonrió, no parecía incomodarle el hecho de que ella estuviera así.
—No vayas, podría ser peligroso caminar por la casa. Tenemos que irnos ya.
—Y pretendes que vaya así por la calle.
Puso los ojos en blanco, se quitó la cazadora y se la lanzó, quedándose únicamente con una camiseta de manga corta desgastada por algunas partes donde era más traslucida.
— ¿Mejor?
Ella se encogió de hombros, con expresión de indiferencia.
—Algo es algo— el contacto de la piel desnuda con el interior de la cazadora era agradable. Estaba caliente y olía a él— Un momento…Esta mierda no tiene cremallera.
Él se encogió de hombros y se dirigió a la ventana.
—Tu amorcito me la rompió cuando lo tiré al suelo — respondió mientras intentaba abrir la ventana
Ella enarcó una ceja y se acercó a él.
— ¿Víctor?
Él la miró con picardía y volvió a concentrarse en la ventana.
—Según parece os lo estabais pasando muy bien — siguió diciendo a la vez que tiraba del mango de la ventana. Yary lo miró y rompió el cristal con un golpe de codo, luego agarró más fuerte el marcó y tiró. La ventana se abrió con un fuerte golpe de viento.
—Una pena que esté muerto; era guapo— respondió ella con total indiferencia mientras salía por la ventana al tejado.
—Cuando tú mueras diré lo mismo, ‘Una pena que esté muerta; era guapa’ — dijo él sin mirarla mientras salía de la habitación tras ella.
Las tejas estaban húmedas, al igual que el ambiente. El hedor a droga y tabaco era más débil desde ahí, el aire golpeaba sus dos cuerpos como deseoso de que se resbalaran y precipitaran al vacío.
—Morirás antes que yo— habló ella mientras avanzaba lenta por el tejado haciendo equilibrio como podía, porque aunque fuera plano estaba bastante desnivelado — Yo misma te mataré algún día.
Fue decir eso y que perdiera el equilibrio por culpa de una teja rota. Daan la agarró por la cintura antes de que besara el suelo y la sostuvo hasta que ella recuperó el equilibrio.
—No si te matas antes en este tejado.
Ella frunció el ceño y apartó las manos del joven de sus caderas. Se tapó el torso con la cazadora y siguió caminando sin decir nada más.
De repente paró y entrecerró los ojos para ver algo que debía de estar a unos 20 metros de distancia. Entre toda la oscuridad de ahí arriba algo la desconcertaba. Algo parecía relucir levemente, no era ninguna pared ni objeto material, parecía piel, piel humana. Había alguien.
— ¿Ocurre algo?
Ella siguió fijándose. De repente abrió mucho los ojos.

— ¡Agáchate, por dios agáchate! —dijo a la vez que enganchaba al chico y hacía que los dos se cayeran sobre el suelo del tejado. El en el trayecto aprovechó para sacar la pistola de la bota y disparar al frente. Por unas milésimas de segundos, no fueron fusilados en ese mismo lugar.