La chica miraba la escena desde fuera, con una extraña sensación en el cuerpo. Deseaba que el joven rubio se largara de ahí, no quería verlo. No en ese momento. Suplicaba para que él no notara nada y todo volviera a la normalidad; peleándose como perro y gato.
Daan lo levantó del suelo agarrándolo por el cuello y se lo apretó con dolorosa fuerza. El moreno se aferraba con fuerza a la mano del otro, ya con los nudillos blancos. Su rostro estaba lívido.
De pronto Daan saco algo del bolsillo de la cazadora de cuero que llevaba, algo que relució cuando la luz proveniente de la ventana lo acarició. Ella enseguida adivinó de que se trataba; una navaja.
— ¡Déjalo! — gritó ella desde atrás de él.
Él la miró con una mirada maliciosa y con la cabeza ligeramente ladeada.
— ¿Qué pasa? ¿Es qué le has cogido cariño? — espetó con sorna.
Yary recordó en ese momento por qué no lo soportaba.
—Si lo matas, pedazo de imbécil, nunca encontraremos los diamantes — respondió ella acusadora.
Daan sonrió con maldad y unos mechones ondulados le cayeron sobre los ojos. Volvió la cabeza hacía Víctor, quién lo miraba suplicando clemencia.
—Él no tiene nada — finalizó el rubio.
Abrió la navaja y acarició el filo con los labios.
Víctor le propinó una patada, o al menos lo intentó, pero Daan paró su pierna con la mano.
— ¿Cómo que no tiene nada? — pregunté ya bastante nerviosa mientras ponían los brazos en jarras.
Daan la miró de reojo y emitió un sonido parecido al de la risa. Yary reparó que seguía en sujetador y se tapó con las manos y con el pelo un poco el torso.
—Todo es mentira. Los diamantes no están aquí, y él no los tiene.
Clavó la navaja en el vientre del otro. Víctor abrió mucho los ojos y miró abajo. Daan la sacó de sus entrañas y el otro gimió de dolor en respuesta. Cayó lentamente al suelo. Su caída provocó un ruido inquietante, como si de repente en el silencio de una habitación vacía algo sonase. Un hilillo de sangre se escurrió de entre sus labios.
—Vámonos. No tardaran en darse cuenta de que he matado a dos guardias y al jefe.
Ella asintió y se dirigió al despacho del fallecido para recuperar su camiseta y cazadora, pero él la agarró del brazo y la detuvo.
— ¿A dónde vas?
—Tengo que recuperar mi ropa, si no te importa, sigo en sujetador — respondió de mala gana. Él sonrió, no parecía incomodarle el hecho de que ella estuviera así.
—No vayas, podría ser peligroso caminar por la casa. Tenemos que irnos ya.
—Y pretendes que vaya así por la calle.
Puso los ojos en blanco, se quitó la cazadora y se la lanzó, quedándose únicamente con una camiseta de manga corta desgastada por algunas partes donde era más traslucida.
— ¿Mejor?
Ella se encogió de hombros, con expresión de indiferencia.
—Algo es algo— el contacto de la piel desnuda con el interior de la cazadora era agradable. Estaba caliente y olía a él— Un momento…Esta mierda no tiene cremallera.
Él se encogió de hombros y se dirigió a la ventana.
—Tu amorcito me la rompió cuando lo tiré al suelo — respondió mientras intentaba abrir la ventana
Ella enarcó una ceja y se acercó a él.
— ¿Víctor?
Él la miró con picardía y volvió a concentrarse en la ventana.
—Según parece os lo estabais pasando muy bien — siguió diciendo a la vez que tiraba del mango de la ventana. Yary lo miró y rompió el cristal con un golpe de codo, luego agarró más fuerte el marcó y tiró. La ventana se abrió con un fuerte golpe de viento.
—Una pena que esté muerto; era guapo— respondió ella con total indiferencia mientras salía por la ventana al tejado.
—Cuando tú mueras diré lo mismo, ‘Una pena que esté muerta; era guapa’ — dijo él sin mirarla mientras salía de la habitación tras ella.
Las tejas estaban húmedas, al igual que el ambiente. El hedor a droga y tabaco era más débil desde ahí, el aire golpeaba sus dos cuerpos como deseoso de que se resbalaran y precipitaran al vacío.
—Morirás antes que yo— habló ella mientras avanzaba lenta por el tejado haciendo equilibrio como podía, porque aunque fuera plano estaba bastante desnivelado — Yo misma te mataré algún día.
Fue decir eso y que perdiera el equilibrio por culpa de una teja rota. Daan la agarró por la cintura antes de que besara el suelo y la sostuvo hasta que ella recuperó el equilibrio.
—No si te matas antes en este tejado.
Ella frunció el ceño y apartó las manos del joven de sus caderas. Se tapó el torso con la cazadora y siguió caminando sin decir nada más.
De repente paró y entrecerró los ojos para ver algo que debía de estar a unos 20 metros de distancia. Entre toda la oscuridad de ahí arriba algo la desconcertaba. Algo parecía relucir levemente, no era ninguna pared ni objeto material, parecía piel, piel humana. Había alguien.
— ¿Ocurre algo?
Ella siguió fijándose. De repente abrió mucho los ojos.
— ¡Agáchate, por dios agáchate! —dijo a la vez que enganchaba al chico y hacía que los dos se cayeran sobre el suelo del tejado. El en el trayecto aprovechó para sacar la pistola de la bota y disparar al frente. Por unas milésimas de segundos, no fueron fusilados en ese mismo lugar.
Abrió la navaja y acarició el filo con los labios.
Víctor le propinó una patada, o al menos lo intentó, pero Daan paró su pierna con la mano.
— ¿Cómo que no tiene nada? — pregunté ya bastante nerviosa mientras ponían los brazos en jarras.
Daan la miró de reojo y emitió un sonido parecido al de la risa. Yary reparó que seguía en sujetador y se tapó con las manos y con el pelo un poco el torso.
—Todo es mentira. Los diamantes no están aquí, y él no los tiene.
Clavó la navaja en el vientre del otro. Víctor abrió mucho los ojos y miró abajo. Daan la sacó de sus entrañas y el otro gimió de dolor en respuesta. Cayó lentamente al suelo. Su caída provocó un ruido inquietante, como si de repente en el silencio de una habitación vacía algo sonase. Un hilillo de sangre se escurrió de entre sus labios.
—Vámonos. No tardaran en darse cuenta de que he matado a dos guardias y al jefe.
Ella asintió y se dirigió al despacho del fallecido para recuperar su camiseta y cazadora, pero él la agarró del brazo y la detuvo.
— ¿A dónde vas?
—Tengo que recuperar mi ropa, si no te importa, sigo en sujetador — respondió de mala gana. Él sonrió, no parecía incomodarle el hecho de que ella estuviera así.
—No vayas, podría ser peligroso caminar por la casa. Tenemos que irnos ya.
—Y pretendes que vaya así por la calle.
Puso los ojos en blanco, se quitó la cazadora y se la lanzó, quedándose únicamente con una camiseta de manga corta desgastada por algunas partes donde era más traslucida.
— ¿Mejor?
Ella se encogió de hombros, con expresión de indiferencia.
—Algo es algo— el contacto de la piel desnuda con el interior de la cazadora era agradable. Estaba caliente y olía a él— Un momento…Esta mierda no tiene cremallera.
Él se encogió de hombros y se dirigió a la ventana.
—Tu amorcito me la rompió cuando lo tiré al suelo — respondió mientras intentaba abrir la ventana
Ella enarcó una ceja y se acercó a él.
— ¿Víctor?
Él la miró con picardía y volvió a concentrarse en la ventana.
—Según parece os lo estabais pasando muy bien — siguió diciendo a la vez que tiraba del mango de la ventana. Yary lo miró y rompió el cristal con un golpe de codo, luego agarró más fuerte el marcó y tiró. La ventana se abrió con un fuerte golpe de viento.
—Una pena que esté muerto; era guapo— respondió ella con total indiferencia mientras salía por la ventana al tejado.
—Cuando tú mueras diré lo mismo, ‘Una pena que esté muerta; era guapa’ — dijo él sin mirarla mientras salía de la habitación tras ella.
Las tejas estaban húmedas, al igual que el ambiente. El hedor a droga y tabaco era más débil desde ahí, el aire golpeaba sus dos cuerpos como deseoso de que se resbalaran y precipitaran al vacío.
—Morirás antes que yo— habló ella mientras avanzaba lenta por el tejado haciendo equilibrio como podía, porque aunque fuera plano estaba bastante desnivelado — Yo misma te mataré algún día.
Fue decir eso y que perdiera el equilibrio por culpa de una teja rota. Daan la agarró por la cintura antes de que besara el suelo y la sostuvo hasta que ella recuperó el equilibrio.
—No si te matas antes en este tejado.
Ella frunció el ceño y apartó las manos del joven de sus caderas. Se tapó el torso con la cazadora y siguió caminando sin decir nada más.
De repente paró y entrecerró los ojos para ver algo que debía de estar a unos 20 metros de distancia. Entre toda la oscuridad de ahí arriba algo la desconcertaba. Algo parecía relucir levemente, no era ninguna pared ni objeto material, parecía piel, piel humana. Había alguien.
— ¿Ocurre algo?
Ella siguió fijándose. De repente abrió mucho los ojos.
— ¡Agáchate, por dios agáchate! —dijo a la vez que enganchaba al chico y hacía que los dos se cayeran sobre el suelo del tejado. El en el trayecto aprovechó para sacar la pistola de la bota y disparar al frente. Por unas milésimas de segundos, no fueron fusilados en ese mismo lugar.
Increíble, Dios, perfilas tan bien a los personajes, que parecen reales. Escribes genial, aunque ya te lo habrán dicho mucho, y leerte es como ver una película de acción.
ResponderEliminarEres inigualable!
Umm... ¿Daan es e rubio o el moreno? :'( Odio esto de ser la que se pierde jopelines! >_<
ResponderEliminarEste capitulo.... ha sido... muy pero que muy abu.... INTERESANTE! ¡ME ENCANTO! Dios me gusta esa quimica entre Yary y Daan... Pero no se porque Yary quiere matarle (?)... xD Victor... que pena... ese chico me lo imagine un sex simbol!! Lastima que este muerto y no hayamos echa nada T.T
¡Avisame en el siguiente capitulo! ¡Lo esperare con ansias! :) ¡Besitos Muak Muak!
Tan genial como siempre, no te miento! Cuanto tensión !! (L)
ResponderEliminarPOr fín me he puesto al día, y solo decirte que es bestial! Esta historia tiene más fuerza que la anterior. Se nota mucho el cambio que has dado y como va mejorando. Tiene un tono mucho más maduro; y la descripción? Fantástica! Enserio me encanta como escribes!!!
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