/Nota: Sé que dije que este era la última parte, pero me estaba quedando muy largo. A si que lo voy ha dividir en dos partes. Ale a disfrutar/
Daan echó a correr como alma llevada por el demonio mientras disparaba hacía atrás esperando oír el ruido de un cuerpo desplomarse al suelo con un ruido sordo. El viento le golpeaba la cara con dolorosa velocidad. La oscuridad reinaba, vencida únicamente por la leve luz de la luna que iluminaba todo con delicadeza. Sin embargo necesitaba más luz, mucha más luz para actuar bien. ¿Dónde se había metido Yary? Se le ocurrió gritar su nombre, pero decidió no hacerlo, sería una estupidez y luego ella le daría una torta por haberlo hecho. Si es que lograba encontrarla.
Dispararon un par de veces, pero las balas solo impactaron con objetos del suelo que no lograba distinguir, tal vez alguno de esos fuera un vagabundo. Él disparó un par de veces hacía atrás.
El polvo del suelo volaba a su alrededor y amenazaba con metérsele en los ojos. Intentó correr más rápido forzando a sus piernas y a su respiración. No obstante, la rodilla le falló un momento, lo suficiente como para hacerle perder velocidad. Escuchó las terroríficas voces de los hombres que lo perseguían golpeando sus oídos. Siguió corriendo como pudo, medio cojeando. Volvieron a disparar desde atrás. Se echó a un lado, sin embargo, esta vez una de las balas le rozó el brazo llevándose consigo pedazos de tela y piel. Notó como el líquido escarlata fluía rápidamente por su piel.
Tan solo escuchaba el fuerte martilleo de su corazón, que le hacía daño.
Los sentía cerca, asquerosamente cerca. Pisándole los talones. Le dolía rodilla y el brazo.
Algo centelleaba desde el suelo. Apretó fuerte los dientes, tomó un la tapa del cubo de basura metálico y lo lanzó como si fuera un platillo volante hacía la oscuridad sin saber a dónde iría a parar ni contra que impactaría. Escuchó un gemido y algo desplomándose. Sonrió y siguió corriendo.
Un hombre con gafas oscuras apareció a su lado, desde detrás de una farola e hizo un ademán de golpearle. Daan soltó una palabrota ¿De dónde había salido? Jadeaba, tenía las venas del cuello marcadas, y de la mano le goteaba sangre. La furia era la que actuaba ahora en él. Agarró al hombre por los hombros antes de que pudiera hacer nada y le asestó un par de puñetazos y patadas para luego tirarlo al suelo, en mitad de la calle y dispararle. Tal vez así los que lo seguían tropezaran.
Siguió corriendo. Disparó un par de veces más hacía atrás pero pareció no haber matado a nadie, simplemente herido.
De repente, algo lo tomó del brazo mientras estaba distraído y lo empujó violentamente a un pequeño y estrecho callejón. Daan apoyó la mano buena en la pared del fondo para evitar chocar y aplastar a la persona que lo había llevado hasta ahí, quien quedo atrapada entre la pared y su cuerpo, y seguía sin soltar su brazo, aunque estuviera empapado de sangre.
Daan, ceñudo, miró el rostro del individuo, y gracias a la escasa luz que la luna emanaba pudo toparse con los ojos plateados, facciones afiladas y ondas azabache de la persona que minutos antes había estado a su lado y había desaparecido casi por arte de magia. Yary. Ella lo miró a los ojos un par de segundos y luego apartó la mirada hasta su brazo herido, él en cambio seguía mirándola con la misma expresión desde arriba, cómo queriendo agujerearla, mientras jadeaba.
Las pisadas de los hombres eran cada vez más intensas y cercanas. Yary frunció el ceño y miró al frente. Daan giró la cabeza, pero no se movió porque la asesina de forma inconsciente agarraba su torso con fuerza. Como si tuviera miedo de que al chico se le fuera la olla y que intentara plantarles cara. Le gustaba ese contacto, le hacía sentir seguro, protegido.
Cuando los hombres pasaron ni siquiera repararon en el callejón, pasaron de largo. Los dos asesinos permanecieron en silencio hasta que las pisadas se volvieron susurros nocturnos y lejanos. Entonces ella lo soltó de golpe, sin mirarlo. Tal vez algo avergonzada.
―Eres muy lento―sentenció ella sin mirarle. Él rió levemente ― Y estas sangrando.
Él se reincorporó, apartando la mano de la pared, y de alguna manera liberándola de la ‘prisión’ que había hecho con su cuerpo. Se tapó la herida con la mano.
―Solo es un rasguño.
―Lo sé. Pero la sangre deja rastro―explicó mientras se miraba las manos manchadas del líquido. Levantó la mirada, fría y afilada, como de costumbre― Tampoco creo que sea conveniente que te desangres antes de llegar a casa.
―¿Desde cuándo te preocupas por lo que pueda ocurrirme?
―Desde que Dereck me tiene bajo amenaza.
Él apartó un momento la vista.
―Ya…Dereck.
La chica sacó el cuchillo y tomó la camiseta del chico, quien la miraba atónito. Rasgó un trozó de tela por la parte de abajo, dejando el abdomen al descubierto.
―Si querías que me quitara la camiseta solo tenías que pedírmelo― le dijo el rubio mirándola con sutileza, buscando sus ojos, pegándose más a ella.
― Cállate― espetó la asesina mientras lo empujaba a un lado y le ataba el pedazo de tela alrededor de la herida
Yary sentía su aliento golpeándole en el cuello. Cuando terminó levantó la mirada y se topó con los ojos verdes tapados con greñas rubias que le revolvían el interior. Escuchó su respiración e incluso notó el contacto de la piel de sus dedos rozándole.
―¿Puedes parar de hacer eso? ―rogó con tono cansado.
―¿Hacer qué? ― preguntó Daan alzando una ceja.
Ella suspiró y pasó por su lado apartándolo a un lado y se dispuso a salir del callejón..